Es curioso los fenómenos taquilleros. Está el llamado boca-oreja. Ese fenómeno en el que los espectadores que han disfrutado gratamente de una película hablan a sus amigos de esa película, sin lugar a dudas la mejor campaña de marketing jamás creada por el hombre. Sale gratis.
Woody Allen nunca se ha caracterizado por ser un director taquillero, es más, en su carrera podemos observar aunténticos descalabros comerciales. Sobre todo en su país de origen. De ahí que no deje de ser paradójico que una película que es una clara carta de amor a París se haya convertido en uno de los fenómenos de la temporada en Estados Unidos.
Puede que sea por su espléndido reparto, por su fotografía o simplemente que es la mejor película de Allen desde la maravillosa Match Point. Midnight in Paris lleva recaudados unos espléndidos 33 millones de dólares en Estados Unidos, y todo parece indicar que superará la barrera de los 40 millones, algo que no ocurría desde (ojo!!!) el año 86 con su cinta Hannah y sus hermanas.
Por este motivo le damos nuestra mayor felicitación a ese seductor que es Woody Allen. Que en plena jornada estival rodeado de robots, super heroes, y resacas ha encontrado su hueco.
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